Este Mundo, a veces insólito
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Puerta Pura Lempuyang

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La Puerta Pura Lempuyang (Indonesia)

El Pura Lempuyang es un templo hinduista balines que se haya entre las curiosidades turísticas de Indonesia, y se encuentra situado en la ciudad de Bali. Es un lugar de culto para los seguidores de hinduismo balinés en Indonesia. La mayoría de las puras se encuentran en la isla de Bali, el hinduismo es la religión predominante en la isla; Sin embargo existen muchos puras en otras partes de Indonesia en los que hay un número significativo de gente de Bali. El Templo Madre de Besakih es el más importante, el más grande y más sagrado templo en Bali. Un gran número de puras se han construido en toda Bali, lo que lleva a ganar el apodo de “la isla de las mil Puras”, una llamativa curiosidad para quienes andan de viaje por esta Isla.

Hay dos tipos de puertas dentro de la arquitectura balines: La puerta de división, conocida como Bentar candi, y la puerta de torre con techo en estilo Paduraksa, generalmente llamados agung kori. Ambos tipos de puertas tienen funciones específicas en el diseño arquitectónico balinés. Candi Bentar es la puerta utilizada en el mandala nista, mientras que el agung kori se emplea como puerta entre el mandala madya y el Utama mandala.

Pura Lempuyang Luhur es un santuario hindú ubicado en el oriente de la isla de Bali, en Indonesia. Es un excepcional lugar de peregrinación, situado en lo alto de un monte y rodeado de una vegetación extraordinaria.

Sus raíces arquitectónicas se hunden en la profunda tradición oriental. Recargados ornamentos adornan fachadas con frisos, cornisas, remates y pórticos realizados con un gran brío formal e impecable mano de obra. Hay un patio, sin embargo, que muestra un elemento que establece una radical ruptura con el estilo que sobrecarga el resto del conjunto.

Se trata de una puerta situada en el ámbito de un espacio abierto que limita el conjunto. Es un umbral que se abre sobre la vista de una dilatada y muy verde campiña, y, sobre todo, sobre el cielo y las nubes cambiantes e inmensas.

Ante su visión sucede una instantánea cesura. Una sorpresa que deja al observador incrédulo por un largo rato. Es una como ruptura total del lenguaje con el que el complejo arquitectónico venía hablando con expresiva verbosidad. Pero no es solamente un elemento insólito, es toda una estética que en ese umbral se trastoca, se vuelve distinta. El gesto realizado confiere a esta puerta una atemporalidad, libre de cualquier otra connotación, que remite a la más antigua esencialidad de los umbrales prehistóricos, pero también evoca los más despojados planteamientos de la arquitectura contemporánea.

Es como si el remoto arquitecto hubiera imaginado, a partir de todo el historiado lenguaje del conjunto, una operación radical y de una audacia inaudita por medio de la que creó algo absolutamente nuevo, al mismo tiempo arcaico y radicalmente moderno. Pensar, quizás, en una pilastra con todas sus ornamentaciones a la que, inopinadamente, se realiza un limpio corte de navaja que lo biseca y separa ambas partes. Y, por la abertura, limpia como una herida de bisturí, se abre entonces el patio, con pureza inigualada, al cosmos entero.

Una mirada distraída al resultado, visto en cualquier fotografía, hace pensar de inmediato en los trucos del montaje y el Photoshop. No es posible, piensa quien contempla su estampa, semejante gesto, tan aparentemente ajeno al contexto en el que se ubica. Y, sin embargo, allí está esa portada, con su dintel de aire, desde hace siglos.

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