Torre-La Janera
Torre-La Janera
Complejo megalítico
El yacimiento megalítico de La Torre-La Janera de Huelva llega al CSIC
De: La revista ‘Trabajos de Prehistoria’, que refleja la primera fase del proyecto ‘Mega-Lithos’ entre Ayamonte y Villablanca que lidera la UHU. Y otros artículos
- H. Huelva, 31 Julio, 2022 – (España)
La prestigiosa revista Trabajos de Prehistoria, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha incluido en su último número la publicación científica El sitio megalítico de La Torre-La Janera (Huelva): monumentalidades prehistóricas del Bajo Guadiana, trabajo de investigación en el marco del Proyecto I+D+i MEGA-LITHOS. Métodos de estudio geo-arqueológicos para la investigación de los megalitismos de Huelva (UHU-1263153), cuyo investigador principal es el Dr. José Antonio Linares Catela, del Área de Prehistoria del Departamento de Historia, Geografía y Antropología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva.
Se trata de la primera publicación científica sobre este enclave de extraordinario valor histórico y arqueológico, localizado en los municipios de Ayamonte y Villablanca. El proyecto, que cuenta con la financiación del Programa FEDER y la Consejería de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades, se ha realizado en coordinación y colaboración con la empresa Cota Cero GPH S.C., bajo la dirección de la Dra. Coronada Mora Molina, encargada de las actividades de campo contratadas con la entidad propietaria de los terrenos, Valle del Guadiana S.L. El estudio ha sido realizado por un equipo de investigadores especializados en arqueología prehistórica y megalitismo.
El yacimiento fue descubierto en el año 2018 por un el equipo de arqueólogos de la empresa Ánfora, contratada por la propiedad de los terrenos para hacer una evaluación del patrimonio histórico de la finca. Los componentes del equipo de trabajo son egresados de la Universidad de Huelva y la dirección de los mismos corrió a cargo del Doctor en Historia por la Universidad de Huelva y profesor de la Universidad de Nebrija de Madrid, Salvador Delgado Aguilar. El equipo estuvo asesorado en los trabajos por Juan Carlos Vera Rodríguez, profesor titular de Prehistoria de la Universidad de Huelva. Los resultados preliminares de estos trabajos fueron publicados en el número 33, correspondiente al año 2021, de la revista científica Antiqvitas, editada por el Museo Histórico Municipal de Priego de Córdoba.
La publicación actual se realiza en la revista ‘Trabajos de Prehistoria’, que es editada por el Instituto de Historia del CSIC. Es una revista referente en este campo en España y de trascendencia internacional, y el artículo es fruto de una segunda fase de investigación, ya concluida, donde “se ha buscado, con una metodología rigurosa, el adecuado tratamiento patrimonial, el conocimiento arqueológico, la protección y la conservación del sitio de La Torre-La Janera”. Una exhaustiva actuación de “un sitio megalítico único, extraordinario, que destaca, entre otras cosas, por albergar seguramente la mayor cantidad de menhires concentrados en un espacio de toda la península”, presentes en el lugar tanto de forma individual como en agrupaciones lineales (alineamientos) o circulares (crómlech).
Lugar del emplazamiento arqueológico. Google Maps.
La investigación ha integrado varias técnicas de muestreo, análisis y documentación, a saber, prospecciones, geoarqueología, tecnologías de información geográfica y fotogrametría, y el estudio ha arrojado importantes conclusiones, como por ejemplo, que se trata de un área arqueológica donde se ha constatado una “gran cantidad y variedad de megalitos (menhires, dólmenes, túmulos, cistas y recintos) de diferentes periodos cronoculturales construidos en grauvaca”. Igualmente, se recalca la “presencia de monumentos que integran los afloramientos como elementos arquitectónicos y simbólicos, así como la probable sincronía entre los menhires y las estructuras funerarias”.
José Antonio Linares resalta por ello que La Torre-La Janera tiene una personalidad propia, otorgando al Bajo Guadiana una relevancia enorme como territorio de estudio del megalitismo ibérico. A la espera de los resultados cronológicos que se obtengan en las pruebas de laboratorio, se calcula que los monumentos de primeras piedras verticales y el resto de megalitos del enclave fueron erigidos desde el Neolítico Medio al Bronce Antiguo, aproximadamente desde mediados del V a inicios del II milenio a.C., siendo reutilizados estos espacios ancestrales en periodos posteriores.
El descubrimiento de este sitio arqueológico aporta nuevos argumentos que refuerzan las interpretaciones del megalitismo atlántico como uno de los más antiguos fenómenos encaminados a la transformación y antropización de los territorios, de forma análoga a los marcadores gráficos, y por ello, el Bajo Guadiana amplía el horizonte de conocimiento de los megalitismos de Europa occidental y las potencialidades de investigación en el suroeste peninsular.
Como sostiene el equipo, con el trabajo de investigación, se ha dado una respuesta a una problemática patrimonial y a una preocupación social, garantizando la protección y conservación del yacimiento y generando, con la Universidad de Huelva al frente, un proceso de investigación riguroso.
El estudio del sitio arqueológico continúa en la actualidad con el Proyecto General de Investigación ‘MENHIGUA. Megalitos y menhires del Bajo Guadiana: el sitio de La Janera, Huelva’, autorizado y subvencionado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía. Este proyecto, liderado por la Universidad de Huelva y en colaboración de la Universidad de Alcalá, está siendo dirigido por el investigador José Antonio Linares y por los profesores Juan Carlos Vera Rodríguez (UHU) y Primitiva Bueno Ramírez (UAH). Durante sus seis años de vigencia (2021-2026), se realizarán excavaciones arqueológicas, prospecciones y estudios multidisciplinares que posibilitarán el análisis integral del yacimiento.
El sitio megalítico de La Torre-La Janera en Huelva
Por: El Profesor, de Voces de Bronce y Hierro
El sitio megalítico de La Torre-La Janera está situado en un terreno entre los límites municipales de Ayamonte y Villablanca, en Huelva. Los hallazgos se realizaron en el interior de una finca de 600 hectáreas que comenzó a desbrozarse en 2018 como parte de un proyecto para realizar una plantación de aguacates. Al localizarse un gran número de menhires y otros elementos, se llevó a cabo una prospección intensiva del territorio. El descubrimiento fue cubierto por varios medios de información entre el año 2018 y 2019.
El valor de estos hallazgos preliminares y la repercusión mediática llevó a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía a establecer varias áreas de protección integral para realizar una investigación exhaustiva, que abarcan en total algo más de 109 hectáreas distribuidas en el interior de la parcela agrícola, más otros terrenos en los que llevar otros trabajos de investigación. Todos estos trabajos se organizaron desde enero de 2020 a junio de 2021. Con ellos se pudo comprobar la alta concentración de estructuras en el territorio, distribuidas principalmente en zonas altas como cimas de colinas y en las laderas y en torno de arroyos y otros cauces de aguas. Se encontraron numerosos menhires individuales y también otras construcciones, que los investigadores explican como evidencia de una ocupación larga y continuada del territorio.
El yacimiento se encuentra en la margen izquierda del río Guadiana, en las cercanías del cerro de Monte Gordo, en una zona de afloramientos de rocas pizarras y de grauvacas, unas piedras sedimentarias de origen granítico. En la región cercana a la desembocadura del Guadiana se conocían hasta la fecha pocas estructuras megalíticas, por lo que el hallazgo demuestra que este lugar estuvo más habitado de lo que se conocía y despierta entre los autores de la investigación la esperanza de poder ampliar el conocimiento sobre el origen del megalitismo y su distribución en el suroeste de la Península Ibérica.
En el lugar destaca no sólo la alta densidad de estructuras megalíticas encontradas, si no también el hallazgo de las zonas de extracción de estos menhires, así como grabados rupestres y otras estructuras de piedra asociadas a la ocupación del territorio. La mayoría de las construcciones se sitúan cerca de afloramientos naturales de roca, que fueron utilizados como cantera o como base para las construcciones.
Los menhires son las estructuras más numerosas, hasta 526 preservados en el lugar o bien reutilizados en otras construcciones. Se han localizado muchos que fueron desechados en algún momento del trabajo de cantería para su preparación, tal vez por roturas o por percibir que las rocas no contaban con las cualidades necesarias. Los trabajos en estos menhires consistieron en el alisado de las superficies a través de la talla y el piqueteado, el pulimento y la abrasión. Muchos de estos menhires no se encuentran en su posición inicial, si no que a lo largo del tiempo fueron derribados, o transportados desde su posición original hacia otros lugares. Algunos de ellos presentan decoración gravada en su superficie con las formas de cazoletas esféricas, o motivos geométricos y de líneas incisas o con formas de círculos, aprovechando en algunos casos las marcas naturales de la roca.
Los menhires que no fueron derribados o desechados se distribuyen principalmente en 26 alineamientos y 2 crómlech, localizados en las laderas o en las cimas de las colinas y cerros con un perfil continuo. Desde ellos puede observarse tanto el río Guadiana como el mar. Los alineamientos tienen varias orientaciones: norte-sur, este-oeste o noroeste-sureste. Los crómlech están en cimas de cerros que miran hacia el nacimiento del sol, desde donde pueden observarse los equinoccios y solsticios. El mejor conservado estaba formado por 9 menhires delimitando un espacio en forma de U que se abre hacia el este, rodeado por otros conjuntos de menhires.
Entre todos los menhires destaca un gran menhir situado en una fuerte pendiente junto al llamado arroyo del Rocín, con más de tres metros de altura y un metro de anchura y espesor, con un extremo superior de punta, denominado por los investigadores como API-2.
Imágenes del menhir API-2, el más grande del conjunto arqueológico encontrado alzado in situ. Fuente: bibliografía.
Junto a estas formaciones de menhires se han encontrado varias estructuras identificadas como arquitecturas funerarias por los descubridores, aunque también pudieron servir para otros rituales, como la entrega de ofrendas en memoria de los ancestros o como parte de algún culto a los astros. Se tratan de dólmenes, estructuras en forma de cámara, cistas o pequeños cajones de piedra, y túmulos. Su característica principal es su reducido tamaño y su gran variedad de formas.
Existen tres túmulos formados por acumulación de piedras. Uno de ellos es un túmulo conocido de antiguo, hoy arrasado, llamado dolmen de Villablanca. El segundo se sitúa a 150 metros de éste, aprovechando un afloramiento natural, formado por una cámara cuadrangular de algo más de 5 metros de lado, y apenas 70 centímetros de altura, delimitado por un anillo tallado en la roca y enlosado, lo que debió dar a la construcción un aspecto monumental. La cámara fue cerrada con una roca y a su lado derecho se erigió una estela. El tercer túmulo está en el interior de una plataforma con forma elíptica delimitada por bloques de piedra. Tiene una cámara de 3 metros y medio de longitud y una altura similar a la anterior. También fue señalizada con una estela y fue cubierta por un túmulo de 7 metros de diámetro.
Por otro lado, existen seis túmulos de piedras apiladas o de tierra, con estelas asociadas, situados igualmente en lomas o vaguadas de ríos o en altura.
Uno de los dólmenes de cámara construido aprovechando el afloramiento natural de rocas. Fuente: Bibliografía.
Además, se han encontrado 41 cistas individuales o agrupadas de dos o más. Tienen de 1 a 2 metros y medio de longitud, talladas en afloramientos de roca. Las de mayor tamaño posiblemente también fueron señalizadas con estelas.
Conjunto de túmulo con dos cistas asociadas. Fuente: Bibliografía.
Algunos de estos dólmenes, cistas y menhires se encuentran comprendidos en otras construcciones mayores que forman terrazas, muros y plataformas de mampostería, todas en el entorno del arroyo del Rocín. . Son construcciones abiertas y forman niveles de terrazas, manipulando las cuestas originales de las colinas y montes. Se han documentado 3 recintos de terrazas: uno elíptico y otros dos próximos entre sí, uno en forma de H y otro en forma de U.
El recinto elíptico conforma una plataforma circular en la cima de un monte con dos niveles inferiores en forma de terrazas formadas por muros de grandes bloques de mampostería. Tiene casi 2 hectáreas de superficie, con 200 metros en su eje más ancho. En el lado sureste se suceden hasta 6 niveles de terrazas.
El recinto en forma de H tiene algo más de 1 hectárea y 80 metros de ancho. La forma de H son tres muros de bloques de piedra y menhires reutilizados sobre una plataforma. En el flanco suroeste hay varias construcciones de piedra, y en la zona exterior se encuentra un terraplén de acceso y una terraza con dos niveles. El recinto en forma de U es de un tamaño similar al anterior. Está construido entre dos espolones de roca y comprende algunas canteras de extracción de menhires.
La cronología de estas construcciones puede calcularse por comparación con otros conjuntos constructivos del entorno, como los que pueden encontrarse en la zona del Algarve y el Alentejo, famosas regiones de monumentos megalíticos. Es posible que los orígenes de ocupación del lugar tuvieran lugar entre el V o VI milenio antes de Cristo. La sucesiva ocupación del territorio por poblaciones neolíticas fue modificando, ampliando y cambiando las estructuras reconocibles. La explicación de que muchos de los menhires hayan aparecidos tumbados puede indicar que en algún momento de la historia esos monumentos fueron condenados o reutilizados en otras construcciones. La construcción de los dólmenes y las cistas tuvieron lugar más adelante, en torno a mediados del IV milenio, pero es un fenómeno que pudo ampliarse hasta el Neolítico final y el Calcolítico. Respecto a las estructuras de terrazas, una evidencia de las intenciones de modificación del entorno por parte de los antiguos habitantes de esta región, los investigadores se preguntan si se trata en realidad de evidencias de poblados fortificados de la Edad del Bronce, entre el III y II milenio antes de Cristo.
El conjunto de La Torre-La Janera tiene un carácter muy particular, destacando el aspecto tosco y sencillo de los monumentos. Esto puede deberse a la antigüedad del lugar, perteneciente a los orígenes del fenómeno megalítico, o bien la expresión de alguna tradición cultural de los pueblos de la zona que mantuvo unas técnicas de construcción muy específicas como señal de identidad. Todo el conjunto refleja el valor sagrado del entorno, un lugar elegido por las comunidades de agricultores y cazadores del entorno de la desembocadura del Guadiana para elevar monumentos de culto a los astros, para enterrar y rendir culto a sus antepasados. Es incluso posible que el lugar fuera un espacio ceremonial que sirviera como agrupación de las comunidades del entorno, para llevar a cabo ceremonias y festividades importantes durante un largo período de tiempo.
Esta publicación arroja muchas probabilidades de estudio que permiten abrir nuevas líneas de investigación que ahonden en el desarrollo del megalitismo de Huelva. Ojalá en los próximos años podamos leer nuevos estudios sobre este tema.
Imagen de portada: imagen del menhir API-2, extraída de Terra Antiqvae.
Uno de los mayores de toda Europa
El yacimiento se clasifica en tres recintos: una agrupación de dólmenes, un conjunto de menhires y dos círculos de piedras parecidos al Stonehenge inglés. Un conjunto de más de 3.000 años de antigüedad y uno de los mayores de toda Europa.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.