Círculo megalítico de Drombeg
Subcategoría: Círculo de piedras.
El Círculo Megalítico de Drombeg (también denominado El altar del Druida) está localizado en el oeste de Rosscarbery cerca de Glandore, condado de Cork en Irlanda. Erigido por los Celtas hacia el año 150 a. C., este conjunto prehistórico se encuentra no muy lejos de la carretera comarcal que une Glandore con Roscarbery (a unos 5 kms. de Leap).
Es un círculo compuesto por diecisiete menhires con nueve metros de diámetro con una datación de aproximadamente el año 150 a. C. El grupo de 17 menhires, de los que sólo quedan en pie 13, fue desenterrado y restaurado hace unos 50 años y se alza en un área que reúne una gran cantidad de ruinas arqueológicas, todas ligadas de una forma u otra al monumento: un fogón donde se cocinaba, un horno, fragmentos de una antigua vivienda, etc.
Entre las peculiaridades del conjunto se pueden citar: los dos menhires que representan al hombre y a la mujer, y la piedra plana, a semejanza de un altar, con marcas anilladas sobre las que se debería alinear el sol justo durante el solsticio de invierno, (sin embargo, curiosamente, los constructores se equivocaron por una pulgada).
El círculo posee un par de piedras de dos metros puestas de forma horizontal en dirección sur-oeste orientado de tal forma que el solsticio de invierno los rayos del sol dan el altar.
El yacimiento fue excavado y restaurado en 1958. Durante este proceso se encontró una vasija en el centro del círculo conteniendo los restos incinerados de un joven adolescente.
Estudios de muestras del yacimiento con carbono indican actividad en el lugar entre el 945 – 830 a. C.
Un poco más allá, a uno catorce metros se encuentran los restos de una vivienda y un fogón hundido de la Edad del Hierro, (fulacht fiadh), semejante al de Craggaunowen. Se hacía una hoguera para calentar piedras que, se echaban dentro de este profundo fogón. Cuando el agua hervía, se añadía carne, generalmente de venado.
Aparte del interés de Drombeg desde la perspectiva cultural, histórica, religiosa, paisajística, etc., y sin entrar en el campo de la mística, es verdad que el anillo posee una especie de vibración bastante perceptible. Se debe a que probablemente es un punto con cierto magnetismo terrestre natural o a que posee alguna corriente acuática subterránea. Unos lo llamarán ‘magia’, otros dirán ‘geobiología’, pero no me cabe duda de que los Celtas, a la hora de elegir la ubicación de sus monumentos, tenían este hecho muy presente.
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