Clavo de Kingoodie
Lugar donde se encontró el clavo.
El clavo de Kingoodie se refiere a un clavoo incrustado en una piedra.
Sir David Brewster encontró el clavo incrustado en un bloque de piedra encontrado en 1844 en Kingoodie Quarry, Escocia del Cretáceo, en la era Mesozoica. 141 años después en el año 1985, el Dr. A. W. Medd del British Geological Survey sostuvo que la piedra en la que se halló el clavo era antiquísima arenisca roja (Devónico, entre 360 y 408 millones de años).
Si esta datación fuese correcta, la situaría cientos de millones de años (entre 356 y 404 millones antes de la aparición del Hombre en la Tierra. Por esta razón, se considera al clavo de Kingoodie un «Artefacto fuera de su tiempo».
Devónico (Entre 395 y 345 millones de años) Clavo de hierro, Mylnfield, Inglaterra. En 1844, el físico Sir David Brewster informó a la comunidad científica del descubrimiento de un clavo incrustado en un bloque de piedra arenisca en la cantera de Kingoodie, Mylnfield. El Dr. A. W. Med, del Centro de Investigación geológica Británico, respondió a la consulta que Cremo y Thompson (autores del libro Forbidden Archeology), le hicieron en 1985, asegurando que la arenisca en cuestión tenía entre 360 y 408 millones de años. Brewster, en un informe enviado a la Asociación Británica para el desarrollo de la ciencia escribió “La piedra en la cantera de Kingoodie esta formada por capas alternadas de una piedra dura y otra sustancia blanda arcillosa, llamada “till” (una especie de tierra). Tras retirar uno de los bloques para labrarlo posteriormente, los operarios vieron emerger entre el till que había encima del siguiente bloque de piedra la punta de un clavo. El hecho de que la cabeza del clavo estuviera enterrada en el bloque de piedra parece eliminar la posibilidad de que se hubiera introducido el clavo en el bloque después de retirarlo de la cantera”.
Escepticismo
Los artefactos metálicos fabricados con hierro se oxidan con el contacto del aire, incluso enterrados, en un periodo geológicamente breve. Los artilugios metálicos que se encuentran en las excavaciones arqueológicas no conservan el aspecto primitivo, sino que suelen estar en la mayoría de los casos, cubiertas de una capa de orín rojo, que deja mancha en la tierra que lo envuelve. Queda por demostrar la razón por la que el clavo no se ha oxidado en 400 millones de años.
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