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Mohán

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Mohán

El Mohán es uno de los mitos folclóricos más generalizados en Colombia. Se conoce a éste como un varón generalmente, aunque son escasas las historias de mohanas, que vive en las montañas, peñascos, playas de los ríos, rocas cercanas a quebradas, lagunas y ríos colombianos. Según habitantes de la ciudad de Santa Marta, el Mohán se ha colado en la vida normal, usando el seudónimo de José René Meléndez.1​ Se hacen varias descripciones:

  • Algunos lo describen como un ser musgoso, cubierto todo en pelo, con larga y abundante cabellera, ojos brillantes y uñas largas y afiladas.
  • Se cree que los mohanes son varones que viven en las cavernas a orillas de los ríos donde fumaban tabaco y se robaban a las mujeres que más les gustaban cuando éstas a lavaban la ropa en la quebrada, razón por la cual las debía acompañar un varón.
  • Se le describe como un ser humanoide, muy corpulento, con una abundante y descuidada cabellera que utiliza para cubrir gran parte de su cuerpo. Su cara es tosca y de miedoso aspecto, sus frecuentes griterías y risotadas han sido el terror de los hombres que trabajan en el agua, como pescadores, bogas y las lavanderas de ríos.

Características regionales

El mito del Mohán es conocido a lo largo de toda Colombia, sin embargo sus características varían según la región:

Córdoba

En un cerro ubicado en el municipio de Momil (Colombia), de altura a orillas de la ciénaga grande donde en la era precolombina existieron culturas sinúes, fueron encontrados enterrados varios utensilios hechos de barro; según la tradición se le atribuye vida, personalidad propia y poderes sobrenaturales, de ahí frases como “pero el gran Mohán no me deja”.

Cundinamarca

En este departamento, especialmente en el municipio de La Mesa, el Mohán es conocido como el mismo Juan Díaz (inicial propietario de las tierras), y es reconocido como una deidad de las aguas, ríos, quebradas y riachuelos.

En esta región el Mohán es descrito nuevamente como un hombre de abundante cabellera, sin embargo existen aspectos en los que su apariencia es diferente. En Cundinamarca, es descrito como un hombre gigantesco, de ojos brillantes y rojizos con apariencia de llamas de fuego, boca grande, dientes de oro y tez quemada. Al momento de su aparición es juguetón, enamorado y serenatero, y se dedica a perseguir las jóvenes lavanderas. Algunos campesinos de la región dicen haberlo visto por el río Magdalena tocando guitarra o flauta.2​ Describen al mohán con barba espesa y larga como la de un patriarca terrible que infunde autoridad y a la vez una sensación de malicia diabólica; afirman que para el mohan las cuevas de oro son sagradas porque las considera su hogar y refugio.

Tolima

En esta región el Mohán es descrito como un hombre de piel y cabellera oscura, esta última siempre abundante. En algunos municipios se dice que es de baja estatura, musculoso, de ojos y mirada vivaz y abundante pelo. A causa de esta última característica algunos habitantes se refieren a este como un oso negro. En cuanto a su temperamento es reconocido por ser huraño, huidizo, traicionero y receloso.

Leyenda de El Mohán

Este personaje es el más legendario, conocido y respetado en el Tolima. Se puede decir que es el personaje más importante en la mitología tolimense. Se le llama, también, el Poira. Es un ser de forma humana, con la cara quemada por el sol, de cabello largo, ojos penetrantes y picarescos La gente dice que es un gran perseguidor de mujeres.

El Poira es el Mohán travieso y enamorado. Les roba la tranquilidad a las jóvenes, las idiotiza, las emboba y las atrae hacia él con artificios. Sus hazañas son muy conocidas y, hasta hace poco tiempo, no se podía poner en duda su existencia ante las versiones de los campesinos.

Cuentan que el Mohán vivía en los charcos más profundos y peligrosos de algunos ríos y quebradas donde tenía cuevas o cavernas internas que sólo él conocía y consideraba como propios. Son muchas las muchachas que ha raptado, formando así un sin fin de leyendas a cual más fabulosas, irreales y novelescas.

El Mohán aparece por diferentes ríos y quebradas fumando un grueso tabaco para espantar a los insectos. Encanta y enamora a las mujeres que suelen ir a lavar la ropa a estos lugares para luego llevárselas.

La leyenda, que permanece indeleble al paso del tiempo, recorre los pueblos tolimenses y los une alrededor de aquel brujo del agua que también es capaz de regular las crecientes, enredar las atarrayas de los pescadores, voltear canoas y sumergir a los navegantes.

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