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Portulano de Yehudi Ibn Ben Zara

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Portulano de Yehudi Ibn Ben Zara (1497)

Los mapas de un misterioso cartógrafo

El mapa es una de las obras más interesantes del creador de gráficos judío Jehuda ben Zara. Creado en Alejandría, representa el mar Mediterráneo, el norte de África, Europa y parte de Asia con bastante precisión para su época. El autor añadió una leyenda a la izquierda de la tabla que la data del 8 de febrero de 1497 y se refiere a la deposición del sultán de El Cairo unos días antes.

Siguiendo la tradición de las cartas náuticas mediterráneas del siglo XV, las costas de esta carta están llenas de nombres de ciudades y puertos costeros, y sus nombres están escritos de forma perpendicular. Los elementos decorativos en el interior también son muy interesantes, mostrando varias ciudades, características topográficas y animales, así como hermosas rosas de los vientos y representaciones de los vientos que rodean el mapa.

Un magnífico ejemplo de carta náutica del siglo XV

El cuadro está escrito en pergamino y mide 67 x 92,5 cm. Entre las diversas representaciones de ciudades, Génova es la más destacada. Las banderas que indican el control político también marcan diferentes territorios en todo el mapa. En África, cuatro tiendas de campaña que se dibujan representan las moradas de soberanos específicos, y una gran banda verde representa las de las montañas Atlas en el norte del Sahara.

Vale la pena mencionar los hermosos animales representados en África. Un avestruz parece correr hacia el oeste sobre el Sahara, y en el noreste de África, un lugareño monta un camello deliciosamente dibujado. Un elefante puede ver en la parte oriental de África, mostrando las referencias que tenían los europeos sobre la fauna africana.

Cinco cabezas que representan los vientos Alrededor del mapa se dibujan e insertadas en círculos, un detalle decorativo también presente en otras cartas náuticas de la época, como las obras de Petrus Roselli. Estas decoraciones de alta calidad indican que la carta fue hecha para ser exhibida por un noble, más que para usarla en el mar.

Por sus características decorativas y estilísticas, este mapa es un magnífico ejemplo de las cartas náuticas catalano-mallorquinas obras de del siglo XV, una de las escuelas cartográficas más importantes del sur de Europa. Actualmente se encuentra en la Biblioteca Apostólica Vaticana, bajo la marca Borg. VII.

El judío Jehuda ben Zara, también conocido como Judah Abenzara, es autor de cartas náuticas mediterráneas de finales del siglo XV. Poco se sabe de su vida, pero, dados los rasgos estilísticos de sus obras, se cree que estuvo en estrecho contacto con la escuela de cartógrafos catalano-mallorquines.

Por su situación estratégica y actividad comercial, la isla de Mallorca fue uno de los primeros y más importantes centros cartográficos del Mediterráneo. En la isla convivieron diferentes culturas, entre ellas la islámica, la latina y la judía, y el reflejo de esa convivencia se refleja claramente en el arte y la cultura mallorquina.

Las cartas náuticas creadas en ese contexto son un buen ejemplo de esta mezcla de culturas. Los cartógrafos judíos dibujaron algunas de las cartas más importantes y fastuosas de la época, como el llamado Atlas catalán realizado por Abraham y Jehuda Cresques, y las obras de Juan de Vallseca. La carta náutica de Jehuda ben Zara es otro ejemplo de esa mezcla de culturas.

A partir de la Baja Edad Media, los portulanos fueron los mapas más completos para navegar por el Mediterráneo. Estas cartas náuticas que guiaban a los navegantes se solían elaborar en pergaminos y por lo general no contaban con demasiada ornamentación. Sin embargo, las que se conservaban en las cortes incluían ilustraciones acompañadas por planisferios, calendarios y tablas astronómicas.

Comentarios

El portulano de Yehudi Ibn Ben Zara (1487) representa Europa del Norte con su glaciar tal como estaba 12.000 años atrás y el Mediterráneo con el nivel que tenía durante el último período glaciar, pues las islas se las observa en dicho mapa de mayor tamaño de lo que debería ser. También está trazado Groenlandia sin hielo.

Aquí también la precisión de las longitudes es asombrosa.

No se sabe demasiado de Jehudi ibn Ben Zara, excepto que este cartógrafo árabe trazó las coordenadas del Mediterráneo, el Adriático y el mar Egeo en 1487, antes del deshielo general en Europa. Sorprende como el autor de este portulano —colección de mapas y cartas marinas, encuadernadas en forma de atlas, en los que figuran los puertos y costas de importancia— pudo representar los efectos de la última glaciación en Europa. Su conocimiento de la cartografía terrestre fue similar al actual en cuanto al sistema de proyección y al dominio de la trigonometría esférica. Sin ellas no podría haber realizado los cálculos matemáticos que se necesitan para situar de forma precisa los hallazgos geográficos descritos.

Para la realización de su portulano Ben Zara se basó en antiguos mapas, anteriores al del astrónomo Ptolomeo, albergados en la Biblioteca de Alejandría.

En el se pueden contemplar las costas mediterráneas europeas y norteafricanas. También aparecen glaciares a la misma latitud que Inglaterra así como los mares Mediterráneo, Adriático y Egeo, antes de que se deshiciera la capa de hielo de Europa.

Llama la atención en este mapa la representación con todo detalle de las numerosas islas que pueblan el mar Egeo, cuya situación coincide prácticamente con la actual. Las variaciones son mínimas y se deben en parte a que algunas islas se sumergieron al finalizar el deshielo.

Los descubrimientos que plasmó este misterioso cartógrafo en el trazado de sus mapas —los mares conocidos antes del deshielo— con las limitaciones de su época es inexplicable. Sólo cabe pensar que el autor contaba con profundos conocimientos de astronomía, hidrografía y matemáticas. Algo inaudito en el siglo XV pero real. Su portulano se puede ver en la Biblioteca Apostólica Vaticana.

Investigación

El investigador escandinavo A. E. Nordenskjold estu­dió cuantos portulanos pudo encontrar en la década de 1890. Tras haber analizado cientos de ellos procedentes de otros tantos museos europeos, Nordenskjold llegó a la conclu­sión de que todos habían sido copiados de una carta de navegación original, extremadamente precisa en términos de latitud y longitud.

De hecho, era más precisa que algu­nos de los mapas que se realizaban en tiempos de Nordenskjold.

El resto de portulanos reproducían dicha precisión en mayor o menor grado dependiendo del cuidado puesto a la hora de copiarlo. Con todo, eran mucho más precisos que los mapas realizados por Ptolo­meo y que aquellos que nos han llegado de la época medieval.

El profesor Charles Hapgood, experto del Keene State Teacher’s College, continuó en los años 50 y 60 la labor comenzada por Nordenskjold a finales del siglo XIX. Hapgood consiguió que sus análisis fuesen corroborados por la Sección Cartográfica del Mando Aéreo Estratégico de las Fuerzas Aéreas estadounidenses (8° Escuadrón de Reconocimiento Técnico).

Al igual que Nordenskjold, Hapgood llegó a la conclusión de que todos los portulanos parecían haber sido copiados de un único mapa, ya que todos mostraban los mismos rasgos distintivos. Hapgood también concluyó que el portulano de Ibn ben Zara, fechado en 1487, era el mejor y el que con mayor esmero había sido copiado del original.

El mapa Ibn Ben Zara, 1487

Es probable que no se tratase del original, pero sí del que mejor lo había reproducido.

Hapgood dice al respecto: «Me atraía estudiar dicho portulano porque parecía muy superior a todos los demás que había visto, sobre todo en la finura de la delineación de cada detalle de las costas. Al examinar estos detalles en comparación con mapas moder­nos, me asombró comprobar que no había islote, por pequeño que fuese, que no hubiera sido reflejado. (…) Las coordenadas del mapa revelaron una precisión asombrosa en lo tocante a las latitudes y longitudes relativas. La longitud total entre el mar de Azov y el estrecho 3de Gibraltar solo se desviaba medio grado de la realidad».

 Esto supone un error de solo 50 kilómetros en una distancia total Este-Oeste de más de 5.000 kilómetros, y demuestra más precisión que los mapas de carretera de mediados del siglo XX.

Todos los portulanos que han llegado hasta nuestros días se centran en Europa: muestran la costa atlántica y todo el Mediterráneo, y suelen incluir también el mar Negro. Excepcionalmente, como es el caso del mapa de Ibn Ben Zara, llegan por el norte hasta el mar de Azov. Uno o dos de los portulanos se extienden por el este hasta el mar Caspio En todos ellos, la precisión longitudinal es asombrosa.

Debemos plantearnos una pregunta clave. Aunque en los portulanos a los que tenemos acceso solo aparece Europa, ¿cubría el mapa original del que proceden todos los demás una zona mucho mayor?
Es más, dichos portu­lanos ¿pudieron haberse copiado de la zona europea de un mapa más amplio que cubría todo el mundo?

Nos encontramos ante una cuestión de vital impor­tancia.

Si los portulanos solo cubren la zona europea de un mapa del mundo mayor o «mapamundi», como dirían los académicos—, podemos deducir que el resto del mundo estaría representado con la misma precisión que la parte europea.

En resumen, que de haber existido dicho mapamundi, habría representado con precisión Europa, Asia, África y las dos Américas, ya que no hay motivos para suponer que el resto del mundo hubiese sido dibujado con menor precisión que la parte europea. Conviene hacer hincapié en lo delicado de la situación: de haber existido un mapamundi que representase Europa, Asia, África y las dos Américas, los poseedores de tan preciado mapa se habrían percatado de la presencia de tierras al otro lado del Atlántico, tierras que no correspondían a Asia.

¿Existió realmente un mapamundi semejante? ¿Llegó a manos de los templarios? ¿Llevaron estas copias a Portugal y a Escocia que sirvieron de guía en los viajes transatlánticos en busca de refugio contra la persecución religiosa en un Nuevo Mundo que no era Asia?

Interpretación de:

HISTORIA DE LA CARTOGRAFÍA

LA EVOLUCIÓN DE LOS MAPAS

TERCERA PARTE. EL MUNDO MODERNO

EL RENACIMIENTO Y LAS GRANDES

EXPLORACIONES

VOLUMEN I

Juan Romero-Girón Deleito

La carta de 1497 ha originado una extraña interpretación, iniciada por el político francés Jacques-Victor Broglie (1821-1901) y desarrollada posteriormente por Charles Hutchins Hapgood.453 En su opinión se observan algunas anomalías que revelan que el perfil de las costas se corresponde a un tiempo en el que el nivel de las aguas era inferior al actual como consecuencia de la última glaciación, que aún no se había retirado completamente. Por ejemplo, la desembocadura del Guadalquivir es una gran bahía en lugar de un delta, y en el mar Egeo aparecen islas en número superior al real por comprender islas que hoy se hallan sumergidas. Los últimos glaciares parecer estar representados en las áreas en blanco en el interior de las islas de Irlanda y Gran Bretaña (Fig, 401). La deducción resultante es que esta carta se basa en la copia de un antiguo mapa que pudo conocer Jehuda ben Zara en Alejandría, y que tuvo que ser dibujado por una avanzada civilización tecnológica que existió hace unos 8.000-10.000 años. Por asombroso que pueda parecer, esta idea ha tenido seguidores. Sin embargo, la respuesta es sencilla, y lo asombroso es que haya surgido esa interpretación. Nada hay en la carta de Jehuda ben Zara que no pueda encontrarse en otras cartas anteriores de Valseca, Benincasa o Rosell, y nada hay de misterioso: por ejemplo, el diseño del mar Egeo y sus islas es plenamente coincidente con la carta de Valseca de 1447. En cuanto a los supuestos glaciares, solo son la zona de la isla que queda sin colorear después de sombrear los márgenes. La carta de 1505 es idéntica y no hay rastro alguno de tales glaciares, ni en las islas Británicas ni en Escandinavia.

Existen serias duda debido a su precisión.

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