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Carretera transiberiana

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Carretera transiberiana

La Carretera transiberiana es el nombre no oficial de una red de carreteras y autopistas federales que cruzan todo Rusia, desde el mar Báltico en el océano Atlántico hasta el mar de Japón en el océano Pacífico. En la Red de Carreteras Asiáticas, la ruta es conocida como AH6. Se extiende por 11.000 kilómetros, desde San Petersburgo hasta Vladivostok. Es considerada como una de las carreteras nacionales más largas del mundo, junto a la Carretera transcanadiense y la Carretera 1 de Australia.

La ruta

Las carreteras que componen la ruta (en rojo).

M53 cerca de Krasnoyarsk

La ruta, que en ciertas secciones coincide con la Ruta Europea E30 y pasa por el país de Kazajstán por unos 190 kilómetros, está formada por siete carreteras federales.

Carretera de Amur

El tramo más problemático de la carretera se encuentra entre Chita y Jabárovsk. La primera sección de esta ruta, que conecta a Belgorosk con Blagoveschensk (124 km de distancia), fue construida por prisioneros de gúlags aproximadamente desde el año 1949. Fue extendida y renovada entre 1998 y 2001 y actualmente forma parte de la ruta asiática AH31 que conecta Belogorsk con Dalian en China.

La carretera Chita-Jabárovsk siguió estando incompleta casi en su totalidad hasta principios de 2004, cuando el presidente de Rusia, Vladímir Putin inauguró en forma simbólica la Carretera de Amur. Jim Oliver y Dennis O’Neil cruzaron Rusia en motocicleta utilizando la Carretera Transiberiana durante las tres primeras semanas de junio en 2004. En ese entonces, según está descrita en el libro de Jim Oliver, Lucille and The XXX Road, la sección entre Chita y Jabárovsk representaba un duro obstáculo de pantanos, piedras, grava, lodo (vulnerable en la temporada de rasputitsa), arena, pozos, arroyos y desvíos con una notable ausencia de pavimento. En los años siguientes, algunas secciones del camino fueron convertidas a una carretera pavimentada moderna con líneas de división de carril reflectivas, mientras que otras se mantuvieron de un solo carril de grava a lo largo de la ruta del Camino de Carretas de Amur de principios del siglo 20. La construcción de una carretera de 7 metros de ancho entre Chita y Jabárovsk se estimó estaría lista para 2010: actualmente el camino se encuentra en buenas condiciones, ha sido renovado y agrandado por completo y cuenta con una superficie lisa. 1 Se espera que la pavimentación de la carretera continúe hasta el año 2016.2

Historia antigua

El camino de San Petersburgo a Irkutsk existe desde antes de la época de los ferrocarriles. Es mencionado en la novela Miguel Strogoff de Julio Verne, escrita en 1876.

Leyendas urbanas

La naturaleza extremadamente larga de este proyecto ha generado varias leyendas. Por ejemplo, se dice que existe un inexplicable semicírculo que rompe con la línea recta de un segmento. Una explicación que se ha dado fue que cuando Iósif Stalin utilizó una regla para indicar por dónde debería pasar la carretera el lápiz saltó de su dedo y los ingenieros que estaban amenazados de hacer el segmento exactamente como se les había indicado no modificaron el dibujo.

El mismo mito existe sobre el Ferrocarril Moscú-San Petersburgo, el cual es muy recto pero tiene una extraña curva llamada El Dedo del Zar.3 El mito de la carretera puede que haya surgido del mito del ferrocarril.

La Carretera Transiberiana, entre Krasnoyarsk e Irkutsk. Sólo apta para muy atrevidos.

En realidad la carretera es más larga que el tren, básicamente porque comienza en San Petesburgo. De allí el trazado nos lleva a Moscú, Cheliábinsk, Novosibirsk, Irkutsk, Chitá, Jabárovsk y Vladivostok. En total suma once mil kilómetros de recorrido, lo que la convierte en la segunda carretera más larga del mundo tras la Carretera 1 australiana. El pequeño problema es que había cientos de kilómetros donde la carretera sencillamente no existía. En su lugar, sólo un camino de grava y barro que data de principios del siglo pasado cruza los enormes bosques entre un tramo y otro de carretera. Muy pocas personas se han atrevido a internarse en semejantes senderos trazados originalmente para carros tirados por bueyes, donde, obviamente, no existe ningún tipo de infraestructura de apoyo al viajero. Un par de motoristas se lo propusieron hace cuatro años, y según cuentan, fueron los primeros en hacerlo en un vehículo a motor.

Mapa de la red nacional de carreteras rusa. El trazado en rojo es la parte oficialmente inaugurada, pero que no estará completa, supuestamente, hasta 2010. Parte del recorrido cruza por Kazajistán, a lo largo de casi 200 kilómetros.

Oficialmente hay una disputa entre australianos y canadienses sobre cuál es la autopista más larga: los aussies consideran que es su Highway 1, mientras que los canadienses aseguran que la Trans-Canadá Highway, aunque ambas deberían considerar muy en serio la red de rutas que comunican San Petersburgo, en el Báltico, con Vladivostok, en el mar del Japón, un total de más de 11.000 kilómetros que son todo un reto. De lo que no cabe duda es que la Transiberiana es, probablemente, la ruta que más respeto da al conductor, por muy experimentado que sea. Algunos tramos de tierra se vuelven pantanosos en verano y se congelan en invierno; en ciertas partes, las poblaciones son escasas y entre unas y otras hay grandes extensiones de desoladora nada.

Los conductores independientes que se atrevan a recorrerla deben ir bien preparados: llevar combustible extra, una rueda de repuesto, comida, agua y una tienda.

Vista del puente De Friz-Sedanka sobre la bahía de Amur Bay, cerca de Vladivostok, en Rusia. Yuri Smityuk

La escalofriante ruta de los huesos en Siberia

La carretera transiberiana podría calificarse como una de las más escalofriantes rutas del mundo. El trayecto fue mandado a construir por Stalin cuando aún la Unión Soviética buscaba consolidar su poder e influencia en la remota y extensa Siberia. Es sabido que Siberia es una de las regiones más inhóspitas del mundo. Sobre el Círculo Polar Ártico el frío cala literalmente los huesos. Tanto que en ciudades como Verkhoyansk la ciudad más fría del mundo tienen un problema inimaginable para los climas templados: enterrar a los muertos.

La ruta de los huesos.

Enterrar a los muertos no es una tarea fácil. El frío y las tierras congeladas tienden a devolver a la superficie los restos de las personas enterradas un tiempo atrás. Despedir a los muertos en éstas regiones suele ser una tarea muy desagradable porque probablemente hay que hacerlo más de una vez. En la época del comunismo, el problema llegó a agravarse. La construcción de la carretera siberiana se realizó con el trabajo forzado de miles de disidentes políticos. Como era de esperar, el frío terminó con la vida de miles de ellos. Para enterrarlos, los ingenieros comunistas encontraron una solución espeluznante: decidieron reemplazar la capa de zahorra o piedra gruesa compactada sobre la que se asienta el asfalto de las carreteras con los restos de los huesos de muchos de los disidentes asesinados. La “carretera de los huesos” es la ruta más escalofriante del mundo, y en sus cimientos yacen los restos humanos de una historia que nunca será contada oficialmente.

La anécdota la sacan a la luz en el documental de Ewan McGregor y compañía, los aventureros que recorrieron la “Ruta de los huesos” en uno de sus episodios (longwayround.com). O la profundizan en laventanita.

La ruta más peligrosa.

La carretera es sin duda la más espeluznante del mundo, pero también una de las más extremas: figura en mucha de las listas de las rutas más peligrosas del mundo. En un recorrido de 2.000 kilómetros que une las ciudades de Magadan y Yakutsk, está expuesta a las situaciones climatológicas más extremas tanto en verano como en invierno. El invierno por razones obvias, y en verano, son normales situaciones como ésta:

La ruta es el único camino posible para llegar a Yakutsk, Las lluvias del verano suelen ser muy abundantes y el camino se convierte en una verdadera ciénaga de fango. Se cuenta que es normal en cada verano que miles de vehículos queden varados por semanas, e incluso, hay casos de mujeres que dieron a luz en la ruta.

Y para amantes de la mitología, un tramo de unos 30 kilómetros de la ruta está cargado de leyendas: existen en el trayecto una cantidad sorprendente de extraños accidentes. Se sospecha de posibles filtraciones subterráneas de gas que afectan a los conductores, que generalmente no recuerdan nada de lo sucedido durante el accidente.

Cuando en invierno en Verkhoyansk la temperatura baja de -60ºC (sesenta grados bajo cero) se suspenden las clases y los niños no van al colegio. Verkhoyansk fue un lugar de exilio político hasta 1917 y hoy sus ciudadanos se emplean en el pastoreo de rebaños de renos, de los que extraen casi todo lo que precisan para vivir a diario.

A Verkhoyansk puede llegar el tráfico rodado gracias a una carretera transiberiana que ordenó construir Stalin en tiempos de la extinta Unión Soviética: la carretera de los huesos, monumento comunista levantado a la locura y el genocidio humano en que acabaron los totalitarismos del siglo XX.

La región es tan fría que las capas someras de la tierra están congeladas, de manera que se hace muy complicado enterrar a los seres fallecidos, porque la tierra tiende a expulsarles a la superficie al poco tiempo, por lo que hay que sufrir la penosa labor de enterrar de nuevo al cadáver. Claro, eso ocurre únicamente si son parientes y vecinos del pueblo. Para las centenas de miles de disidentes políticos que construyeron la carretera transiberiana la suerte fue bien distinta.

Es tal el frío que, cualquiera que se pierda en la región, si no es encontrado antes de ocho horas es seguro que morirá por congelación. Imagínense cuánto duraba trabajando a la intemperie cualquier disidente forzado a construir la carretera.

El caso es que, si enterrando los cuerpos estos volverían a salir a la superficie al cabo del tiempo, los comunistas tuvieron que hallar un sistema que lo evitara, la fórmula es terrorífica pero real: toda carretera se asienta sobre una capa que los ingenieros llaman zahorra. Esta capa entre el asfalto (o el hormigón) y el terreno se fabrica con piedra gruesa bien compactada y evita el contacto directo de carretera y terreno, para que éste, con sus movimientos naturales, no la agrieten y, con el tiempo, la destruyan.

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