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Toros de Guisando

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Toros de Guisando: Ubicación

Cerro de Guisando
El Tiemblo Ávila Castilla y León España

Construcción: Edad de Hierro: Hacia el siglo II a.C.

Autor: Pueblo vetón

Características

Tipo: Conjunto escultórico vetón

Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, en el término municipal de El Tiemblo, en la provincia de Ávila (España).

Se datan entre los siglos II y I antes de Cristo, con preferencia a la creación en el siglo II a. C., durante la Edad del Hierro.

Se trata de cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos (cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.

Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-sur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.

La importancia de la ganadería para la subsistencia del pueblo vetón hace suponer que estas estatuas eran protectoras del ganado, aunque ésta es solamente una de las muchas teorías planteadas en torno a la función de estas esculturas. Localizados en el término municipal de El Tiemblo, en Ávila, los cuatro Toros de Guisando son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España pre-romana. Estas figuras fueron realizadas entre los siglos IV y I antes de Cristo, en plena Edad del Hierro. Durante esta etapa, el pueblo de los vetones está asentado en las provincias actuales de Badajoz, Cáceres, Salamanca y Ávila. Pueblo fundamentalmente ganadero, los vetones se establecían en lugares en los que abundaba el agua y el pasto para sus rebaños. El ganado -vacas, toros, cerdos- y la caza -jabalíes-, les procuraba carne, leche, cuero y estiércol, productos de importancia vital. De ahí que erigiesen toscas representaciones, llamadas verracos, de cerdos, jabalíes y toros, como éstas de Guisando. Realizadas en bloques de granito, las cuatro figuras, de más de dos metros y medio de largo, miran alineadas hacia el atardecer y al cerro del que toman nombre, estando situadas en la margen izquierda del arroyo Tórtolas. Aunque poco elaboradas, algunas de ellas dan muestra de un incipiente realismo, pues poseen agujeros para insertar los cuernos y unos suaves surcos paralelos que indican los pliegues del cuello del animal. La gran duda que nos queda acerca de estos cuatro enigmáticos verracos es su función, pues pudo tratarse de esculturas con fines religiosos o funerarios, o bien ser protectoras de los rebaños, dotadas de una finalidad mágica o bien como simples hitos en las cañadas o marcadores territoriales.

Los Toros de guisando son cuatro esculturas de toros, tallados en piedra granítica, de 2 metros y medio de longitud, cuyo origen se desconoce ¿Vetones?

Su datación nos lleva al siglo II ó III a.C. Su origen todavía está en discusión. Se encuentran en un paso de la Cañada Real, paso estratégico de la Meseta Norte a la Meseta Sur por el ganado de la época, hoy en día en desuso. Cerca se encuentra una calzada prerromana y una necrópolis visigoda.

Su significado se asocia a un templo dedicado al dios Tauro, animal de gran fuerza, nobleza y virilidad, que se ha venerado a lo largo de la Historia en muchas Culturas; al mirar los cuatro toros al oeste, podrían indicar el cambio de estación por donde se oculta el sol en invierno; o podrían formar parte de la entrada de un centro de culto o centro sagrado. Hay quien los interpreta como símbolos protectores de los ganados.

En la península Ibérica el toro se ha representado desde tiempos paleolíticos, por lo que no es de extrañar que esculturas de estos animales sirvan de veneración.

Algunos autores sostienen que su autoría se debe a los vetones, pueblo ganadero asentado en la provincia de Ávila, que asumieron la cultura tartésica. O porqué no, los propios tartesos podían haber tallado los toros. El toro era un animal muy popular en la Cultura Tartesa, además su relación con los fenicios podría haber afianzado la importancia del toro como animal a venerar. Otro pueblo que influyó mucho en la cultura tartésica es la de los cartagineses, sacrificaban vidas humanas en adoración al toro.

Tartessia vive su esplendor entre los siglos VIII y V a.C. y es gracias a la obtención del bronce, así como la extracción de oro y plata, lo que les hace importantes, pues dichos metales y su calidad son muy codiciados por los pueblos de las orillas del Oriente Próximo, concretamente Fenicia y Grecia. Por tanto cualquiera de estos pueblos podrían haber sido los autores de los toros de Guisando.

Referencias literarias

Los Toros de Guisando han estado presentes en obras literarias españolas de todos los tiempos. Miguel de Cervantes los cita varias veces en Don Quijote de la Mancha, en tanto que Federico García Lorca recurre a su valor emblemático en su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías:

…y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.

Tratado de los Toros de Guisando

El paraje da nombre al Tratado de los Toros de Guisando que allí se firmó en el siglo XV entre el rey Enrique IV de Castilla y su hermana Isabel (la futura reina Isabel I de Castilla, más conocida como Isabel la Católica), por el que aquel reconocía la proclamación de ésta como Princesa de Asturias y, con ello, heredera al trono de Castilla.

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